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EL ÁRBOL GENEALÓGICO DE LA BIODINÁMICA


Hoy escuchamos hablar mucho de las nuevas tendencias vitivinícolas que se suben a la ola de concientización ambiental y al return to the innocence; vinos naturales, ecológicos y biodinámicos florecen en todas partes y nos hacen sentir, mientras levantamos la copa medio llena, que el mundo evoluciona hacia un nuevo paradigma mejor.

Este trío comparte principios básicos como el respeto al entorno y el rechazo total hacia los químicos, y solemos confundirlos fácilmente hasta el punto de llamarlos “orgánicos” a los tres.

Pero cada uno de ellos tiene su propia personalidad bien marcada, desde el sencillo hippie hasta el enigmático chaman:

  • Ecológico (el Hippie): él hace foco en el tratamiento de los viñedos, prohíbe totalmente los químicos pero permite algún que otro corrector orgánico en la bodega para clarificar o equilibrar el Ph. Recibe con los brazos abiertos a las levaduras seleccionadas de otros pueblos, adora reciclar botellas y cuida mucho el agua. Su misión en la vida es salvar el medio ambiente.

  • Natural (el Hipster): Va un paso más allá y tiene una onda más cool. Además de todo lo que hace el ecológico él no permite la intervención externa en los procesos de elaboración, ni siquiera con productos orgánicos. No se deja filtrar ni corregir por nadie, dos aspectos que me gustan mucho, y no acepta levaduras que no sean las personales (indígenas). Lo principal en el naturalista es no dejar entrar lo que no pertenece a su ambiente; suena un poco discriminatorio pero su misión es bienintencionada, quiere brillar en su esencia más pura sin ninguna intervención.

  • Biodinámico (el Chaman): cada vez más popular en las redes, él es un mix de los dos primeros con un twist que conjuga astrología, antroposofía y una antigua creencia ancestral. Es el que se llevó todos mis suspiros porque los dos primeros son personajes más simples y estructurados, se basan en volver a las raíces y amigarse con la Madre Tierra siguiendo una serie de reglas claras que van bastante bien con el qué dirán, pero el Biodinámico no es sólo otro bonito método green, este Chaman está rodeado de fuerzas cósmicas y energías espirituales que le dan ese halo de misterio tan seductor.

Lo primero que encontré al stalkearlo en Google fue Wikipedia con un detalle bastante pobre de su perfil: “es un método de agricultura ecológica basado en las teorías de Rudolf Steiner” y una corta explicación de lo que esta técnica significa. Me fui a buscar enseguida quién era este austriaco que se ganó el título de “El Padre de la biodinámica” y me topo con un señor muy parecido a Jeremy Irons, que allá por 1924 dio varias charlas sobre su método original llamado “agricultura biológica-dinámica”, del cual escribió un libro completo que hasta el día de hoy tienen tantos haters como fans.

Algunos dicen que fue un auténtico genio cuyo aporte a la agricultura es la clave para rescatar las atrocidades que se le ha hecho a nuestro planeta con la introducción de los pesticidas, fertilizantes, minería o desechos tóxicos, y otros agregan que su concepto no es más que una serie de mentiras incomprobables que busca llamar la atención y embaucar a sus seguidores al mejor estilo pseudo-religión.

Yo, sin intención de juzgarlo, me concentré en entender bien el pasado de este vino que me tenía tan intrigada, de dónde venía y en qué contextos se había criado para llegar a ser el vino que es hoy.

Me puse a leer sobre ese método que “descubrió” Rudolf, aunque para hablar con propiedad deberíamos decir “intuyó” ya que este buen hombre fue filósofo, arquitecto, erudito literario, educador, artista, autor teatral, pensador social y ocultista; todo menos agricultor. Jamás plantó ni una papa en su vida y nada de lo que dijo o escribió al respecto fue comprobado por sus propias manos. Una percepción divina le indicó la receta de los preparados específicos de composta orgánica y la forma de enterrarlos dentro de un cuerno animal, le enseñó a interpretar la influencia de los fenómenos astronómicos y sus ritmos sobre las plantas para entender ciclos de siembra y cosecha, y lo iluminó en el concepto antroposófico de la energía universal que une a todos los seres vivos con el cosmos.

Pese a tener varios discípulos en todo el mundo este concepto no se hizo famoso hasta que apareció Nicolas Joly en escena. Según cuenta el mismo Nicolas, sus prestigiosos viñedos Coulee de Serrant venían perdiendo fuerza y estaba desesperado, ya no sabía qué hacer y se iba a dar por vencido cuando cayó en sus manos milagrosamente (o por una fuerza universal) el libro del Sr. Steiner que le cambió la vida. Por 1980 adaptó al pie de la letra las prácticas biodinámicas a la viticultura, una movida difícil ya que la verdadera esencia antroposófica no es muy amiga del alcohol, y sus vinos pasaron a figurar entre los mejores blancos del mundo .

Nicolas es hoy referente en viticultura biodinámica y autor de varios libros, así como presidente de la asociación internacional Renaissance des Appellations donde evangelizan sobre el Retorno al Terroir a través de esta no-ciencia. En un interesante reportaje de un sitio español dedicado al vino, Nicolas afirma que “Esto hace que el mundo empiece a entender la vida agrícola de otra manera. Hay que ver la tierra como un microcosmo que es sólo la contracción de un macrocosmos energético mayor.”, y habla entonces sobre la energía particular de cada región, que es propia y no puede cambiarse ni replicarse en otro lugar, por lo que si encuentran ese rincón perfecto en donde las uvas crecen bendecidas por las fuerzas astrales, no intenten cambiarle su sintonía y just go with the flow.

Para los que necesitan comprobantes, este tipo de vino ya tiene diploma profesional; la certificación que brinda la Fundación Demeter en todo el mundo lo acredita como nacido en un entorno abierto a la mirada holística del mundo natural, el cual va mas allá del conocimiento obtenido puramente de la ciencia natural y la materia tangible.

Después de leer muchas notas y fragmentos de sus libros, estoy muy satisfecha con todo lo que he aprendido sobre mi querido vino Chaman, pero a veces debo beber para creer y por eso he acompañado la teoría con trabajos prácticos donde probé varios vinos biodinámicos mendocinos que me gustaron bastante, algunos más que otros, aunque siendo sincera ni mi paladar ni mis chakras han sido capaces de detectar la diferencia con los "normales". Pero lo seguiré intentando, realmente quiero ver hasta donde llega esta relación porque me está gustando lo que siento.

Debo reconocer que este vino puede ser demasiado místico para aquellos que no gustan de la cosmogonía, pero para mí es lo mejor de su personalidad. Tal como la medicina holística y la astrología moderna, este círculo de nutrición espiritual a veces tiene todo el sentido del mundo.

Y hablando de cosas que tienen sentido, vamos al título de esta nota; he encontrado los verdaderos ancestros del vino Chaman y vienen de muy lejos en el tiempo, mucho más que el reciente Rudolf; Los Incas y los Mayas, dos grandes civilizaciones latinoamericanas ya desaparecidas hace siglos, resulta que cultivaban con métodos sospechosamente parecidos a los "descubrimientos" de Rudolf y los "nuevos conceptos" de Nicolás. Organizaban la agricultura según su propio calendario astral con el que se guiaban para las siembras y las cosechas, trabajaban las tierras con abono de materia orgánica especial (restos animales y estiércol), creían en la Pachamama como madre del todo en donde plantas, animales, humanos y cosmos estaban entrelazados, y elegían donde establecer ciudades y plantaciones enteras según la energía particular del lugar. ¿Les suena?

Entiendo que este vino quiera usar un apellido europeo para sentirse más chic, pero no debería olvidarse de sus raíces latinoamericanas. Si su padre fue Rudolf, los Incas y los Mayas fueron como mínimo sus dos abuelos y deberían estar sus retratos junto al de Steiner arriba del hogar.

Chin chin por la fuerza cósmica que nos ayuda a hacer mejor wine!

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