top of page

MAS SUEÑOS CUMPLIDOS


Mi primer Antonio Mas lo probé allá por el 2016 cuando recién asomaban sus botellas por Buenos Aires. Fue en un evento masivo en la semana del Malbec, en el cual entre docenas de vinos uno de etiqueta amarilla se ganó mi atención. Durante los siguientes días fui recopilando de Internet todo lo que pude sobre ese misterioso Single Vineyard que me había encantado y publiqué un post destacándolo como la perla del evento, deseando encontrarlo pronto en alguna vinoteca amiga.

Mi deseo se cumplió con creces porque al tiempo no sólo apareció a la venta mi elegido sino que se trajo a sus hermanos mayores, los Núcleo y los Historia. Siguiendo todos sus pasos como una "groupie" participé de una presentación especial de la mano de Santiago, el hijo mayor de Antonio, quien nos hizo probar todo el portfolio de la bodega mientras nos contaba las historias de su papá, ingeniero agrónomo, enólogo y pionero absoluto que impuso formalmente hace 25 años el concepto de bodega boutique y de terroir en nuestro país Y como si mi fanatismo fuera poco organicé al año siguiente con ellos una cata exclusiva para Enológicas y el año pasado logré sumarlos al gran evento de cierre que hice en el Casco Histórico de San Telmo.

Pero aún no me era suficiente, yo quería “Mas”. Quería conocer a la leyenda tras estos vinos, al personaje del cual tanto había escuchado y leído, al responsable de ese Malbec que me había llamado la atención entre tantos por el otoño del ´16.

Y la suerte me ayudó, una suerte que se llama Stella Dottavio. Cuando le conté que viajaba a Mendoza y que era mi sueño conocer a Antonio en persona no dudó en armarme una visita exclusiva y privada con él (sí, ella es genial).

Y así entonces un jueves de abril salimos temprano con el auto desde San Carlos (bien al sur de Valle de Uco) rumbo a La Arboleda; tan sólo 20 minutos para llegar nos decía Google, pero el destino quiso que el GPS dejara de funcionar, que nos quedáramos sin señal en el celu y que eligiéramos doblar por la salida equivocada que no hizo casi llegar hasta Chacras de Coria (quienes conocen van a entender hasta qué punto nos desviamos). Una hora y media más tarde de lo acordado, y con mucha vergüenza, llegamos a destino y ahí estaba el mismísimo Antonio con su boina dándonos la bienvenida, sonriente y hasta con un chiste ad hoc.

Pasamos a un lugar cálido de enormes ventanales desde donde se veían los viñedos y el jardín con un enorme horno de barro prendido, y mientras Manuel, su hijo menor que trabaja también en la bodega, nos servía el Núcleo Chardonnay (entre los TOP 10 Chardos de Argentina sin dudas) me olvidé de mis nervios y de mi vergüenza, porque charlar con Antonio es tan fácil como extraordinario. Tiene mil cosas maravillosas para contar, anécdotas, datos históricos y conocimientos infinitos que narra con innegable pasión y con un humor ingenioso que me hizo largar varias carcajadas. Le pregunté todo lo que pude de sus experiencias (¡50 años haciendo vinos!) y también de Finca Propia, un proyecto innovador que comenzó con sus hijos en el 2011 que nos cumple el sueño de tener un pedacito de Valle de Uco y nuestro propio vino personal.

Con los tintos trajeron empanadas de carne recién salidas de ese enorme horno de barro; la felicidad completa existe. Disfrutamos del Malbec Núcleo, la línea con paso por barrica, que es todo lo que está bien en un Malbec. Se sienten las frutas tipo ciruela y arándanos con un toque salvaje propio del terroir pero domado por la madera que lo suaviza. Y luego el Blend Malbec-Cabernet Sauvignon que no puede faltar nunca en la cava, una dupla perfecta de especias y frutas maduras, el poder y la elegancia se juntan en una misma botella.

Y así sin darnos cuenta pasaron varias copas y dos horas de charla, ya se terminaba la visita y aunque nos esperaban en otro lado, no nos queríamos ir. Para despedirnos con un último brindis nos descorchó su Extra Brut 100% Chardonnay ¡la frutilla del postre! De burbujas finas, bien frutal y fresco pero con algo de panificado tipo brioche por su contacto con levaduras; tal y como me gustan mis espumantes.

Nos despedimos con varios abrazos, me hubiera quedado toda la tarde escuchándolo (¡y tomando sus vinos por supuesto!). Fue una charla que voy a atesorar por siempre y que espero que la vida me vuelva a regalar.

Hasta tanto seguiré disfrutando de sus vinos y hablando de ellos a quien quiera escucharme, porque hay cosas en la vida que nadie se debe perder.

¡Chin chin por los vinos con historia!

www.antoniomaswines.com

  DESTACADAS
    RECIENTES
      ARCHIVO
         TAGS
bottom of page