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FRANCamente


Está de moda, todos hablan de él, pero ¿quién es este cabernet y por qué arma tanto revuelo?

Algunos dicen que es primo del Sauvignon, pero la verdadera historia cuenta que es su padre no reconocido. Sí, parece que monsieur Franc tuvo un amorío con la Sauvignon Blanc allá en Burdeos por el siglo XVIII y de su unión genética nació el mundialmente reconocido “rey de los tintos”, el Cabernet Sauvignon (se habla de prueba de ADN y todo, googleen que no es novela).

En nuestras tierras no hace mucho salió a la luz; hace tres o cuatro años era sólo para entendidos pero hoy todo el mundo lo quieren probar. Yo lo conocí el año pasado en una degustación que cambió mi forma de ver la vid. Amor a primera cata. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? Le pregunté a la copa ante la mirada atónita del sommelier. Había estado escondido en varios blends que ni lo mencionaban al pobre, o viviendo allá lejos en Francia donde me la pasé probando pinot noir (que by the way ni siquiera me gusta). Pero por suerte su vida de anonimato quedó atrás y hoy es un varietal que pisa fuerte en el país. Los mejores enólogos lo tratan como a su niño mimado y están logrando con él unos vinazos que despiertan el interés de los que saben en el mundo entero, quienes incluso ya los están empezando a premiar.

Dicen que en Argentina, al igual que el malbec, esta cepa encontró las condiciones de tierra y clima ideales para brillar, y aunque por ahora tiene menos de 800 hectáreas plantadas (contra más de 36.000 del malbec) va creciendo en fans y casi todas las bodegas quieren tener el suyo. De los que he probado (que no son pocos pero me faltan un montón) para mí se destacan los de Valle de Uco (todas las subregiones) y los de Agrelo en Luján de Cuyo.

Es menos power que el sauvignon pero más sofisticado. De color rubí intenso, aromas a frutas especiadas y a veces a pimiento rojo que comparte con su pariente. En boca entra dulce y elegante, con notas frutadas bien del bosque tipo arándanos o grosellas y unos toques de pimientita negra. Se siente untuoso, aterciopelado y con buen cuerpo, y en algunos percibís un toque de frescura herbal, así como de eucalipto. La barrica le hace bien (porque no para todas las cepas el roble es buen compañero), le regala tostados y chocolate completando así el lujo de sus sabores.

Los que saben más que yo dicen que marida con guisos, carnes asadas, verduras cocidas con mucha especia y quesos fuertes o envejecidos. Para mí marida con todo. De verdad chicas, hasta con un pancho va bien.

Y no sigo porque soy como esas enamoradas que no pueden dejar de hablar de su nuevo big love; pero bueno, siento que el Cabernet Franc es mi cepa gemela.

Chin Chin.-

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