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ESCAPADAS (parte II)

4 AMIGAS - 4 DÍAS - 4 BODEGAS

El segundo día amaneció con sol y arrancamos temprano con un desayuno de los que nos gustan: café, jugo, frutas, huevos revueltos y tostadas (las chicas tienen que alimentarse).

Conmigo siempre al volante apuntamos el GPS de nuevo hacia Valle de Uco, esta vez a Tunuyán, y elegimos a las Spice Girls para que nos acompañen a todo volumen. El camino era un cuadro, árboles, verde y montañas nevadas contra cielo turquesa (porque así nuestra suerte que a esa altura de diciembre nevó en la cordillera, cosa nunca vista, y los picos se pintaron de blanco para recibirnos mejor).

Marc nos esperaba a las 10 am en una intersección del camino para guiarnos en caravana hasta Anima Mundi. Marc Weiss es el enólogo de la bodega, nacido en Suiza y mendocino por opción a quien ya se le pegó el acento (y hace los asados como un argentino más).

Llegamos a la finca en donde nos recibieron varios perros y Andrés, nacido en Chile, vivido en USA y asentado for good entre sus viñedos de Valle de Uco para cuidar de las cepas que forman parte de los increíbles vinos que íbamos a degustar. A los minutos apareció Guillermo Donnerstag en su camioneta, profesor de filosofía que hace las veces de agrónomo de la bodega y ese día de nuestro guía privado en uno de los mejores tours "viticulturales" EVER.

Nos subimos a la parte de atrás de la camioneta para admirar mejor las plantaciones, el aire puro y el sol, y nos bajamos a 1 km en Santa Teresita, una finca en Las Pintadas de donde salen las uvas para uno de sus CAT. Guille tiene el talento y el humor del profe que todas quisimos tener en la facu, explica las cosas no sólo con paciencia sino con pasión, que es lo que más contagia.

Nos llevó a caminar entre unas hileras hermosas de Malbec y para variar con nuestra buena suerte justo nos cruzamos con una cuadrilla que estaba comenzando a deshojar; en seguida nos agachamos al lado de Miguel, un amor como toda la gente de allá, que se puso a explicarnos lo que estaba haciendo y por qué era necesario sacar las hojas de más abajo en estas fechas. Guille nos dio el OK para que hagamos una mini práctica de deshoje y despampanado (genial vocablo que se traduce en cortar los brotes altos que están de más para que la planta no se desbande, como la trepadora que es, y se mantenga bien concentrada).

Después nos llevó a su vivero, un par de km más allá, en donde cultiva plantitas bebés de las mejores cepas para vender a quienes quieran armar su viñedo propio (¡Nosotras queremos!) y nos enseñó cómo de un palito seco de una vitivinisfera nace una nueva vid, o que a una planta ya crecida se le entierra una rama sacando la punta por el otro lado y cuando le nace la raíz por la parte enterrada se le corta ese “bracito” a la original y voilá, una nueva planta gemela.

Todo esto nos enseñaba mientras miraba a sus plantitas con orgullo paternal y nos mostraba lo crecida que estaba esta una o lo brotada que estaba esa otra. Lo quisimos, no es muy común ver a alguien que hable con tanto amor de su trabajo.

Cuando volvimos a Anima Mundi ya nos esperaba Marc con el asado al fuego y Andrés con una picada de quesos suizos a maridar con un CAT (el de Colonia las Rosas) recién descorchado. Ahhhh la perfección de los grandes quesos con un buen vino no tiene igual.

Nos sentamos alrededor de la mesa-barril sin poder creer tanta maravilla, no sólo estábamos con tres genios del vino que nos habían hecho el honor de recibirnos en ese lugar hermoso sino que encima nos atendían como reinas y nos daban de comer. Lucky star.

Pero ahí no terminaba lo bueno, ya habiendo arrasado con los quesos y el primer wine, mientras Guille tomaba la posta en la parrilla Marc nos llevaba a la bodeguita construída sobre el costado de la casona campestre de Andrés. Allí nos explicó cómo hacían todo el proceso desde que traen las uvas hasta que embotellan, y se trepó a riesgo de desnucarse para que podamos probar cada elixir directo de las barricas de roble francés. Es fantástico degustar los vinos que aún se están formando y entender cómo cambian, evolucionan y crecen hasta convertirse en esos que probamos de la botella que ya está a la venta.

Cuando el asado estuvo listo nos ubicamos en la gran mesa bajo los árboles y nos dedicamos a comer, y por supuesto a beber. De a uno nos fueron abriendo 5 VINAZOS para maridar las achuras, las carnes, las papas al plomo y las ensaladas gourmet que se mandaron para nosotras (nivel delicias que no podíamos parar, apenas que les dejamos unos huesos a los perros).

Arrancamos con el otro CAT, el de Las Pintadas (mi CAT preferido), más rústico en el buen sentido, con la fuerza de los jóvenes y las frutas frescas de Tunuyán.

Siguió luego la línea Anima Mundi, que pasa unos meses en barrica de roble francés. El primero fue el Malbec, un señor re elegante, redondo y con buena estructura en su fruta que es más madura pero mantiene a pleno la vivacidad. Y la vainillita que le da el roble le queda tan bien!

El tercero, mi gran amor, el Cabernet Franc de Los Chacayes; bien al sur de Valle de Uco en donde esta cepa crece con un sabor a belleza salvaje difícil de igualar. Bien especiado, perfectamente integrado con la madera que le da algo de coco ahumado y la estructura ideal.

Un must de lo más MUST.

El cuarto no se quedó atrás, un Petit Verdot con tanta personalidad que te conquista al instante. Cepa de la que me estoy haciendo cada vez más fan y que va pisando fuerte entre las bodegas. Éste es un perfecto ejemplar para quien quiera entender de qué se trata el buen PV; de intensos aromas, en boca es exótico y voluptuoso pero a la vez tan amable que te permite tomar y tomar (cosa que hicimos hasta que no quedó ni una gota).

Y para cerrar con una joya de la corona nos trajeron un blend que aún no salió al mercado, se está terminando de formar en botella (estibando) y por ahora tiene un nombre provisorio que ojalá le quede porque está genial. ¡Lo esperamos con ansias!

Toda esta ceremonia duró como dos horas porque entre maridaje y degustación nos charlamos la vida, reímos a carcajadas y hablamos seriamente de vinos, trabajo, viajes, libros, música, filosofía y hasta historias de amor. Con la sobremesa, y para que sigamos acompañando bien los vinos, nos trajeron chocolates. ¿Lo pueden creer? La perfección existe.

Ya cayendo la tardecita y para bajar el banquete fuimos a recorrer la finca al mando de Andrés que nos contaba lo que había en cada parcela y qué cosas nuevas tenían preparadas para probar el próximo año. Nos llevó hasta el final del viñedo en donde tiene plantaciones de algarrobo en una especie de bosquecito mágico donde terminamos de entender por qué este trío es tan copado: aman lo que hacen, viven entre paisajes de cuento y se la pasan probando vinos. Imposible tener mal humor.

Nos despedimos como a las 8 pm con abrazos, agradecimientos infinitos y la promesa de seguir en contacto; cosa que vamos a cumplir.

Todo el camino de vuelta, con un atardecer que ya parecía guionado porque no podía ser tan de película, hablamos sin parar del día increíble en todos sus aspectos. Lo que aprendimos, lo que nos divertimos y por supuesto lo que bebimos, no tiene nombre. O sí, ANIMA MUNDI, que representa el alma del mundo en la que estamos todos conectados. Y en este mundo del vino que sin dudas nos conecta, se siente la esencia de sus creadores, el espíritu de todo lo bueno que llevan dentro y que se refleja en sus vinos que se disfrutan a fondo con todos los sentidos, incluso los del alma.

Ojalá puedan probar los Anima Mundi y ojalá también visiten algún día este lugar divino y conozcan a los tres genios de la botella.

¡GRACIAS MARC, GUILLE Y ANDREW!

Y en el prox cap viene la parte III, en donde casi nos traemos con nosotras a la enóloga más genia del mundo. To be continued y chin chin!

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